sábado, 15 de julio de 2017

UNA EVOLUCIÓN ESPECIAL

EL MANGLAR

Antonio Campillo Ruiz


   Discusiones entre garzas, inoportuno viento que se retuerce entre los micrófonos, voces humanas, sonidos estridentes de motores potentes, tranquilidad, fuertes cimientos de madera tan retorcidos que construyen nuevas islas sin tierra, lugares de vida imprescindibles de una fauna tan diversa como necesarias para el estuario, sin efectos, sin cambios, con la naturalidad de las sensaciones vividas. Es el manglar.


   Los estuarios semisalinos de los ríos Dulce y Cocodrilo, en la selva de Guatemala, poseen uno de los espacios más importantes para la vida de la fauna y flora que se encuentran en el ecosistema, cuasi virgen, que es, además, lugar de visita animales de todas las especies del lugar. Potentes raíces soportan un inmenso peso y conforman islotes que, agarrados a la profundidad arenosa del fondo, día a día, se extienden y amplían cuando las semillas, alargadas y pesadas, caen desde lo alto de las ramas que las han criado para hincarse en un lugar aleatorio del fondo y crecer con la rapidez necesaria para convertirse en una parte de la isla natural, tan intrincada como impenetrable, tan especial como bella.


   Contemplar el diseño que el azar natural construye es una suerte y un placer. La Naturaleza existe en su estado puro. La flora se diversifica y evoluciona en función de las necesidades que, posteriormente, serán necesarias para la fauna que crece y se reproduce sobre ella.



1 comentario:

  1. Ay, amigo Antonio, que envidia, (siempre sana), me da verte filmando y comentando "tu manglar".
    Te voy a robar el vídeo, como no.
    Un abrazo amigo

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